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Redescubriendo el Sentido del Trabajo: Más que Tareas y Salarios


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Marcela Peterson

Es común tratar el trabajo como una combinación de tareas, metas y entregas. Pero, cada vez más, las investigaciones muestran que la forma en que las personas perciben el significado de lo que hacen es lo que realmente transforma la experiencia laboral. Y esta percepción va más allá de la motivación o el reconocimiento: se conecta con el impacto que generamos en los demás.

Cuando un profesional percibe que su trabajo beneficia a alguien —un cliente, un colega, un paciente, una comunidad— se crea un poderoso ciclo de energía y compromiso. El simple acto de hacer visible el impacto positivo de una función puede multiplicar el sentido de propósito. Por el contrario, los entornos que fragmentan tareas y desconectan a las personas de sus resultados suelen generar apatía, rotación e incluso enfermedades.

La evidencia es clara: el sentido en el trabajo no es algo abstracto ni demasiado subjetivo. Puede activarse con pequeñas acciones, como dar retroalimentación sobre el impacto real de lo realizado, compartir historias de clientes beneficiados o crear rituales que refuercen la contribución colectiva. Estos recursos tienen un efecto directo en el compromiso, la creatividad e incluso en el desempeño.

Lo más interesante aún es que diferentes personas atribuyen sentido de distintas formas. Para algunas, está en el cuidado de los demás. Para otras, en superar desafíos técnicos. Algunas se conectan con el propósito de la empresa; otras, con el equipo. Y está bien. El papel del liderazgo es reconocer esta diversidad y construir espacios donde cada uno pueda conectarse con algo más grande que la tarea en sí.

Un punto esencial destacado por las investigaciones es que el diseño del trabajo puede facilitar —o bloquear— la construcción de sentido. Los puestos excesivamente fragmentados, con poca autonomía o sin retroalimentación sobre el impacto, reducen drásticamente la posibilidad de que los colaboradores sientan que su trabajo importa. En cambio, un diseño que permita ver el inicio, el desarrollo y el final de lo que se produce, con visibilidad del impacto generado, potencia la sensación de propósito.

Las organizaciones que fomentan el sentido en el trabajo no dependen únicamente de bonos o metas para comprometer a sus empleados. Construyen una cultura más resiliente, donde el esfuerzo diario adquiere un significado emocional. Y eso marca toda la diferencia en tiempos de cambio, presión e incertidumbre.

 
 
 

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