El Ciclo de la Satisfacción Laboral: De la Euforia a la Estabilidad
- Marcela Peterson

- 24 jul
- 2 Min. de lectura

Quienes han pasado por un cambio voluntario de trabajo lo saben bien: tras la transición, llega una oleada de entusiasmo. Los primeros meses en un nuevo entorno suelen estar marcados por motivación, compromiso y una renovada sensación de propósito. Pero ese pico inicial, tan común, no suele durar para siempre — y eso no es un signo de fracaso, sino un patrón esperado.
Las investigaciones muestran que la trayectoria de la satisfacción laboral sigue un ciclo: antes de dejar un empleo, es común sentir una caída en el entusiasmo — la llamada fase de “insatisfacción acumulada”. Cuando ocurre el cambio, se entra en el “efecto luna de miel”, una elevación natural en la satisfacción. Con el tiempo, aparece la “resaca emocional”: una disminución gradual del entusiasmo, hasta que la persona alcanza un nuevo punto de estabilidad emocional y cognitiva en relación con el trabajo.
Este ciclo es importante para líderes, profesionales de RR. HH. y gestores de personas. Cuando no reconocemos este patrón, podemos interpretar erróneamente los altibajos naturales de la motivación. Un nuevo colaborador muy entusiasmado puede estar simplemente al inicio del ciclo. Una caída posterior no significa necesariamente desmotivación — puede ser solo el retorno a su punto de ajuste personal. Comprender esto es esencial para evitar reacciones precipitadas, como exigencias injustificadas o intentos forzados de “mantener la energía inicial”.
Mirar los datos de compromiso y satisfacción con madurez es una competencia organizacional estratégica. La pregunta no es solo “¿cómo se sienten?”, sino “¿en qué momento del ciclo están?”. Este entendimiento permite tomar decisiones más inteligentes, como programas de acompañamiento para recién llegados, conversaciones continuas y estrategias de retención más humanas — que respetan el tiempo, los procesos de adaptación y los ciclos emocionales naturales en el trabajo.
Las organizaciones que reconocen el ciclo de la satisfacción pueden construir políticas más realistas y sostenibles. En lugar de esperar un clima siempre alto, crean entornos que acogen las fluctuaciones emocionales con empatía y estructura. Y, al hacerlo, promueven vínculos más duraderos, experiencias más auténticas y resultados más consistentes a lo largo del tiempo.



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